HISTORIA DE WALTER BERRY: AQUEL CRACK QUE JUGÓ EN EL ATLETI
No. No estáis flipando. El Atlético de Madrid tuvo una sección de baloncesto (Ver la historia pinchando AQUÍ) Y en ella jugó uno de los jugadores más talentosos que yo haya visto sobre una cancha de basket. Y también uno de los más vagos: Walter Berry, The “Truth”. En 1990 el presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, pensó que merecía la pena extender la rivalidad con el Real Madrid a las canchas de parquet y adornar su proyecto deportivo con una sección de baloncesto a la altura de la historia del club. Sus negociaciones con el Ayuntamiento de Villalba, una bonita localidad de la sierra noroeste de Madrid, dieron como fruto la fusión del Collado-Villalba que ocupaba una plaza en la liga ACB y el equipo colchonero naciendo así el Atlético de Madrid Villalba. Para dar lustre al nuevo equipo el mandatario atlético puso sus ojos en dos americanos de renombre: Shelton Jones y Walter Berry.
Walter Berry venía de culminar un periplo en la NBA en el que había formado parte de cuatro equipos en tres temporadas. Tanta movilidad ya os hará suponer que no estamos precisamente ante un jugador corriente. Con 2,05 de altura podía jugar perfectamente tanto de Small como de Power Forward. Era un anotador inmisericorde, con una facilidad innata para buscar la canasta dentro de la pintura y un reboteador de una eficacia increíble, teniendo en cuenta la escasa energía con la que se empleaba para capturar los rechaces. Su tiro de media distancia también era muy efectivo. Pero era en las inmediaciones del aro donde desplegaba toda la magia de su zurda de seda.
Nacido en Harlem, Nueva York, y criado baloncestísticamente en los playgrounds siempre tuvo claro que quería ganarse la vida como jugador de baloncesto pero no siempre estuvo dispuesto a esforzarse como es debido para lograrlo. Frecuentemente buscó atajos. Como cuando, sin haber terminado sus estudios en el Benjamin Franklin High School de New York, intentó acceder a St. John´s a través de un diploma de equivalencia concedido por la famosa universidad neoyorkina que la NCAA rechazó por tener carácter estatal y no nacional. Esto motivó un famoso pleito entre ambas instituciones que finalmente se resolvió en contra de los intereses de Berry, quien se vería obligado a matricularse en la Junior College de San Jacinto en Pasadena, Texas. Allí no le quedó más remedio que trabajar de lo lindo para alcanzar los requisitos académicos necesarios para jugar en St John´s. Y supo, por primera vez en su vida, lo que era entrenar duro. Tanto, que a punto estuvo de hacer las maletas. “Si me vuelven a hacer correr 2 millas a pleno sol me marcho a casa” declaró casi nada más llegar. Ronnie Arrow, su entrenador en San Jacinto no sólo era duro con él en el aspecto físico. También le exigía no esconderse tras su pasmosa facilidad para anotar y rebotear sin apenas esfuerzo y le obligaba a intentar mejorar aspectos de su juego tales como su defensa y su colocación. Con poco éxito normalmente. “En cuanto a talento, no veo en Walter diferencia alguna con Hakeem Olajuwon o Michael Jordan. La única diferencia está en su intensidad” O mejor dicho, en la ausencia de la misma. Dicha falta de intensidad se debía fundamentalmente a su increíble superioridad técnica, la cual le bastaba para pasar por encima de cualquier rival sin esforzarse, y a su poca afición a trabajar. Durante su etapa en San Jacinto se perdió infinidad de entrenamientos alegando todo tipo de males: dolores de cabeza, dolores de estómago, dolores de tobillo. Arrow llegó a declarar en una ocasión que era una suerte que Berry no fuera estudiante de Anatomía ya que ¡habría tenido cada día una excusa diferente para no ir a entrenar!
En su etapa en San Jacinto promedió 28,4 puntos y 14, 5 rebotes y dejó para el recuerdo algunos records aún vigentes, como el de tapones en un partido ¡¡13!! y algunos partidos memorables, como el disputado contra el St. Philips College de San Antonio, en el que logró 38 puntos y 30 rebotes obligando a su entrenador a redefinir la escala con la que medía el rendimiento de sus pupilos. Al acabar la temporada fue nombrado National Junior College Player of the Year.
Cumplido su duro exilio y con un año de retraso finalmente pudo en 1984 cumplir su sueño de jugar junto a Chris Mullin y ser entrenado por el mítico Lou Carnesseca. Con los Reds no tardó nada en demostrar sus cualidades. En su primer año contribuyó de manera decisiva a que el equipo jugase la Final Four, promediando 17 puntos y 8,7 rebotes por partido y siendo el segundo máximo anotador del equipo tras Mullin. En su segundo año elevó sus prestaciones de manera increíble hasta los 23 puntos y 11.1 rebotes por partido. Aunque el equipo no llegó tan lejos como la temporada anterior Berry terminaría aquel año acaparando casi la totalidad de los premios que reconocen el desempeño individual de un jugador universitario en Estados Unidos. “The Truth” ya estaba preparado para dar el salto a la NBA y se presentó al draft de 1986, siendo elegido en el puesto 14 por los Portland Trail Blazers. Tuvo que ser muy decepcionante para Berry, elegido unánimemente por la crítica y los entrenadores mejor jugador universitario de la temporada y ganador del John Wooden Award, verse desplazado del “top three” de aquel draft, algo que les había sucedido en contadas ocasiones a los ganadores del prestigioso premio. Pero lamentablemente, su fama de vago le precedía y con ella, las dudas sobre su capacidad para asumir el esfuerzo que requiere el exigente ritmo de competición del baloncesto profesional americano. Los ansiados tres primeros puestos de aquel maldito draft serían finalmente ocupados por Brad Daugherty, Len Bias y Chris Washburn.
En su mejor temporada en la NBA, la 87-88, promedió con los Spurs 17,4 puntos y 5,4 rebotes en poco más de 26 minutos por partido. Vistió el uniforme de los Portland Trail Blazers, San Antonio Spurs, New Jersey Nets y Houston Rockets. Su breve carrera en la NBA parece una huida hacia delante buscando escapar de aquellos obstinados entrenadores empeñados en hacerle defender y correr. Decidió probar suerte en Italia y jugó durante la temporada 1989-1990 en el Paini de Napoles donde promedió 29,6 puntos y 11,5 rebotes por partido.
En este punto de la historia es cuando aparece el inclasificable Jesús Gil. Empeñado en asaltar a las primeras de cambio la lucha por el título de la ACB ofreció a Walter Berry un suculento contrato de 180 millones de pesetas (¡¡¡¡ de las de 1990 !!!!) Su impacto en la liga española fue inmediato. Su debut tuvo lugar el 10 de octubre de 1990 precisamente contra el Real Madrid, protagonizando una actuación portentosa: 52 puntos y 15 rebotes. La temporada cabe calificarla como un éxito ya que el equipo alcanzó los playoffs cayendo en segunda ronda frente al Joventut de Badalona. A nivel individual Walter Berry dejó para los libros de records de la ACB el de puntos anotados en un partido, los 52 del día de su debut, y el de puntos por partido anotados en una temporada 33,4 nada menos. Ambos records a día de hoy siguen vigentes. Por si esto fuera poco y como quien no quiere la cosa, promedió casi 12 rebotes por partido aquella temporada. Por desgracia, nunca sabremos qué hubiera pasado con Berry y con el Atleti en las siguientes campañas. Las desavenencias de Jesús Gil con el alcalde de Villalba terminaron por hacer desaparecer el equipo y Berry decidió emigrar a Grecia donde le esperaba una jugosa oferta del Aris de Salonica. Precisamente en Grecia desarrolló la mayor parte de su carrera, y allí logró sus mayores éxitos a nivel de equipo, como la liga griega en 1993 con el Olimpiakos o la Korac del 94 con el Paok. También jugó algunas temporadas en Italia. Ostenta un curioso record: el de no haber jugado jamás como profesional dos temporadas consecutivas completas en el mismo equipo. La expresión trotamundos del baloncesto adquiere todo su sentido cuando hablamos de Walter Berry.
Poco tardaron en Villalba en darse cuenta de que Berry podía hacer cualquier cosa en una cancha de basket… excepto sudar. Contaban sus compañeros de equipo en aquel mítico Atlético de Madrid que al inicio de los entrenamientos el míster ordenaba a los jugadores dar varias vueltas corriendo alrededor de la cancha. Walter Berry aprovechaba aquel momento para coger una bola e irse a tirar a canasta. Como en sus mejores tiempos en San Jacinto. Y es que correr, debía pensar Berry, sólo está justificado cuando el que te persigue trae malas intenciones.
Para finalizar os dejo con unas imagenes de este pedazo de crack en acción. Corresponden a su segunda etapa en Nápoles, jugando con el Depi, en la temporada 91-92, en la que promedió 28,9 puntos y 11,2 rebotes. No son gran cosa pero creo que bastan para hacerse una idea de lo que es "jugar sin despeinarse" No perdais detalle de la pachorra con la que vuelve a su campo después de cada canasta. Por cierto. El otro jugador que aparece en el video es Alex English, jugando uno de los ultimos partidos de su carrera.
Aficionado al baloncesto y al rock. Fanático de los Cavs y de Van Halen. Nostálgico de los ochenta. Amante de la buena vida y políticamente incorrecto.