miércoles, mayo 09, 2007

UN PUENTE ENTRE DOS ÉPOCAS (Dedicado a mi amigo Wilt)

La espectacular imagen de las gradas del Oracle Arena teñidas de camisetas amarillas con la frase “We Believe” durante el sexto partido de la serie Golden State Warriors – Dallas Mavericks me ha hecho recordar unas series finales de las que se acaba de cumplir el 40 aniversario. El 24 de abril de 1967 los San Francisco Warriors perdían la final de la NBA en el sexto partido por 122 -125 a manos de unos Philadelphia 76ers donde un inconmensurable Wilt Chamberlain ejercía de verdugo en unas finales con tintes fraticidas, habida cuenta de que Chamberlain había formado parte de la plantilla de los Warriors tan solo un par de temporadas antes.
Los 76ers habían conseguido eliminar en la final de conferencia a los invencibles Celtics de Bill Russell rompiendo así una racha de 8 campeonatos consecutivos. Chamberlain lo tenía claro: no iba a dejar que se escapase aquel anillo. En aquellos Warriors tambien había jugadores míticos, especialmente Rick Barry y el extraordinario pivot Nate Thurmond, que protagonizó con Chamberlain una auténtica batalla de colosos. Thurmond promedió 16 puntos y 23 rebotes a lo largo de aquellos playoffs. Wilt Chamberlain promedió casi 22 puntos y más de 29 rebotes. Nadie después de ellos ha vuelto a capturar más de 20 rebotes en todos y cada uno de los partidos de una serie final.

Los Warriors vestían aquella temporada la preciosa camiseta amarilla que reproducía el logo del equipo por aquel entonces: el famoso puente Golden Gate que une San Francisco y el condado de Marin y en el que figura la frase “The City”. Como si aquel logo simbolizara el destino, el equipo cruzaría otro de los puentes más famosos de la ciudad, el que une San Francisco con la bahía de Oakland para instalarse precisamente en Oakland a comienzos de los setenta, cambiando su nombre por el de Golden State Warriors. Ya con su nuevo nombre y afincados en la nueva ciudad ganarían el campeonato en 1975 aunque, curiosamente, se iban a proclamar campeones precisamente en San Francisco. Y es que, convencidos de que aquella temporada no iban a llegar muy lejos, se habían programado la celebración de otros eventos en el Oakland Coliseum Arena durante los playoffs por lo que el equipo disputó las finales en el viejo Cow Palace de San Francisco. Una vez más el equipo cruzaba el puente, esta vez para cumplir su destino: ganar su único anillo hasta la fecha.

Para los que amamos el basket de antaño ese color amarillo tiene un significado especial. Hace que se ponga en funcionamiento un resorte, un mecanismo que nos conecta con otra época. Un puente que nos traslada al pasado, que nos hace imaginar gestas gloriosas de los equipos a los que admiramos, y nos recuerda que aquellos grandes jugadores merecen ser honrados y respetados eternamente.

Aquellos 76ers de Chamberlain son, para muchos, el mejor equipo que ha habido jamás. A pesar de su grandeza, los Warriors no tenían ninguna oportunidad. Nunca va ser tan difícil ganar el anillo como lo fue entonces. Por eso ahora debemos tener fe, vestirnos de amarillo y gritar:

WE BELIEVE