jueves, agosto 31, 2006

BREVE Y POCO FIDEDIGNA HISTORIA DE LAS ZAPAS DE BASKET (2ª PARTE)

Pero volvamos a mediados de los ochenta. Adidas intentaría desarrollar una estrategia similar a la de Nike utilizando la imagen de otro de los mejores jugadores de aquella generación. Patrick Ewing. En 1986 lanza las Adidas Attitude y más tarde las Adidas Ewing Rivalry. El nombre lo decía todo. Desafortunadamente en este terreno como en el estrictamente deportivo Ewing siempre estaría a la sombra del “Dios” Jordan

La década de los noventa asistiría a una lucha encarnizada entre Nike y Reebok. Reebok había entrado en el mercado americano de las zapatillas de baloncesto en 1986 con el lanzamiento de las Reebok BB4600 y sus versiones posteriores. Pero el golpe que haría casi tambalearse a Nike lo daría en 1989 con la creación de The Pump, un novedoso sistema de inyección de aire que se bombeaba manualmente apretando un balón de color naranja situado en la lengüeta de la zapatilla ¿Quién no recuerda a Dee Browon hinchando sus Reebok antes de cada mate durante el concurso del All Star de 1991 cuya final ganaría ante Shawn Kemp?
Tras su retirada Michael Jordan crearía finalmente su propia marca, para la que adoptaría el logo del jumpmen que ya utilizara con Nike. Desde entonces, las distintas marcas han buscado un referente, un jugador al que vincular su imagen, intentando reeditar el éxito de Nike. La marca de Oregon ya lo había intentado en 1993 con Charles Barkley para quien creó las Air Max CB, relizando un despliegue publicitario nunca visto desde la primera etapa Jordan y en el que aparecía el monstruo Godzilla.. Luego diseñó modelos exclusivos para Scotie Pippen (Air Pippen) , David Robinson, (Air Strong) y Penny Hardaway (Air Max Penny) entre otros. Por su parte Reebok apostó fuerte por Iverson con la creación en 1996 de las “Iverson The Question"
Las Reebok The Question de Iverson. Las Nike Shox BB4 de Vince Carter
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Desde entonces múltples innovaciones y avances técnicos han sido aplicados al diseño y fabricación de zapatillas de baloncesto. Tantos que un análisis de marcas y modelos excedería con mucho las pretensiones de este post. Ha habido una auténtica revolución en la técnica, los diseños, los materiales y se han utilizado todos los colores que caben bajo el arcoiris. El punto álgido de esta revolución quiza fuera el lanzamiento de las Nike Shox que incorporaban un revolucionario sistema de amortiguación de los impactos del pie en la cancha. Calzando unas Shox BB4 esa mala bestia llamada Vince Carter hizo un mate saltando por encima del francés Weis (que sólo mide 2,18) en las Olimpiadas de Atenas. ¿Merito de las zapatillas?

A partir del año 2000 ha tenido lugar un curioso fenómeno de vuelta al pasado. Los consumidores gustan de diseños más sencillos, buscan con desesperación los modelos antiguos y las marcas han vuelto a lanzar ediciones retro de sus grandes clásicos. Al mismo tiempo la personalización de los modelos se ha llevado al límite y los jugadores se venden al mejor postor. El paso de Kobe Bryant de Adidas a Nike por 45 millones de dólares es sólo un ejemplo. Actualmente Reebok patrocina a Iverson y Yao Ming, Converse a Dwyane Wade. Adidas a Tracy McGrady, Duncan, Garnet y Arenas. Nike a Lebron James y al citado Bryant, por mencionar sólo las marcas y jugadores más importantes.
Las Adidas T-Mac 5 de Tracy McGrady. Las Nike Zoom III de Lebron James
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Paralelamente se ha producido un fenómeno de concentración empresarial. La reciente compra de Reebok por Adidas y de Converse por Nike permitirán sumar cuotas de mercado y encarnizarán aún más la batalla comercial y del patrocinio. Al mismo tiempo y con estas operaciones el círculo de esta peculiar historia se cierra de manera irónica

¿O no? Lo último: los efectos de la globalización. Tras firmar con el jugador de los Cavs Damon Jones, la firma deportiva china Li-Ning, propiedad del laureado ex gimnasta, que patrocina a la selección española de baloncesto ha apostado fuerte en el mercado americano haciendose con los servicios de Shaquille O´Neal. ¿Estaremos ante una nueva revolución roja?

NOTA. Como reza el título esta es una historia breve y poco fidedigna. Para redactarla me he documentado un poco y tambien he tirado bastante de recuerdos. Por ello seguramente habrá errores y omisiones importantes. Y ahí es donde quiero que me ayudeis con vuestros comentarios que agradeceré para ilustrar mejor el post. A todo esto... mis primeras zapas de basket fueron las Adidas Top Ten. Mis preferidas siempre han sido las Converse All Star que llevaba el Dr J. ¿Cuáles han sido las vuestras?

BREVE Y POCO FIDEDIGNA HISTORIA DE LAS ZAPAS DE BASKET (1ª PARTE)

La historia de las zapatillas de baloncesto está muy ligada en sus orígenes a la mismísima historia de este deporte. La primera zapatilla de lona diseñada específicamente para jugar al basket fue fabricada en 1917 por la Converse Rubber Shoe Company, empresa fundada en Malden, Massachusetts en 1908. Denominada en un primer momento Converse All Star, pronto uniría su nombre al del jugador más importante del momento, Chuck Taylor, quien bajo el patrocinio de Converse recorrería el país, primero como jugador y luego como vendedor, para dar a conocer el baloncesto y las Converse a millones de americanos. Habían nacido las Chuck Taylor All Star, y con ellas un icono, el mítico parche redondo que representaría la hegemonía de Converse en el mercado de las zapatillas de baloncesto hasta finales de la década de los sesenta, periodo durante el cual calzaron a los equipos más importantes de la época.

En la década de los 70 otras empresas empiezan a competir con Converse por el dominio del mercado. Es en esta época cuando las zapatillas comienzan a fabricarse en piel. Puma irrumpiría con fuerza con la zapatilla State que se convirtió en Clyde, después de ser usadas por Walt “Clyde” Frazier. Estas zapatillas se caracterizaban por llevar impresa la firma de la estrella de los New York Knicks.

Por su parte la firma de origen aleman Adidas entra en el baloncesto americano rompiendo moldes con las Superstar, que tenían la particularidad de ser bajas y tenían además una puntera de goma cuyo objetivo era proteger los dedos de los jugadores. Los pies de Kareem Abdul Jabbar y Oscar Robertson fueron sus más ilustres inquilinos. Este modelo evolucionaría posteriormente para dar lugar a la famosa bota “Adidas Top Ten” que debía su nombre al hecho de haber sido diseñada a partir de las sugerencias de diez de los más importantes jugadores de la NBA de la época.

Mientras, Converse seguía vistiendo los pies de los jugadores más famosos del momento, desde el Dr J. con sus famosas Converse All Star hasta Larry Bird y Magic Johnson, para quienes diseñaría las celebérrimas Weapon. Por primera vez se iba a utilizar el color como elemento esencial en el diseño de la zapatilla. Ambas eran idénticas pero cada una con un estilo propio e inconfundible, oro y púrpura las de Magic, verdes las de Bird. La rivalidad entre estos dos irrepetibles jugadores se trasladaba al terreno de las zapatillas, con la peculiaridad de que la misma empresa estaba detrás de las dos propuestas

En estos años, otras marcas tuvieron tambien su importancia y asociaron su imagen a la de grandes jugadores de la época como fue el caso de Spud Webb con Pony y Scottie Pipen, John Stockton o Clyde Drexler en el caso de Avia.

Nada es comparable sin embargo a lo que sucedió con Nike. En 1983 tuvo lugar un hito en esta peculiar historia de las zapatillas de baloncesto cuando la marca de Oregon lanza las “Air force 1”. Nike se había asomado tímidamente al mercado a mediados de los setenta. Fundada en 1971, los orígenes de la empresa se remontaban a la marca Japonesa Onitsuka Tiger que los fundadores de Nike, Hill Bowerman y Phil Knight, importaban a principios de los 60.

Las Air Force 1 incorporaban una novedad fundamental, un elemento sin el cual hoy en día no se concibe el basket moderno: la cámara de aire. Pero su éxito se explica en mayor medida por la decisión de asociar su imagen a la de un jugador poco conocido entonces que, procedente de la universidad de Carolina del Norte, acababa de ser contratado por los Chicago Bulls. Las primeras Nike Air Jordan, prohibidas por la NBA dado que violaban su normativa sobre uniformidad, tenían un diseño de color blanco, negro y rojo pero Nike no se quedó ahí sino que diseñó para Jordan toda una línea de ropa deportiva. Jordan no solo iba a cambiar para siempre el baloncesto como juego. Tambien iba a revolucionar de la mano de Nike las estrategias publicitarias y de marketing de las empresas de ropa deportiva. Nike exploró nuevos campos que estaban más relacionadas con los cambios que estaban teniendo lugar en la sociedad estadounidense. Durante los 80 tuvo lugar un gran auge del baloncesto y de la NBA. Los jóvenes practicaban este deporte en sus casas, en las calles. La publicidad mostraba situaciones que tenían lugar en entornos urbanos, en los playgrounds, mostraba una nueva forma de vivir y practicar el deporte. Esta estrategia otorgó a Nike una nueva identidad que cambió para siempre la idea del consumidor sobre el vestuario deportivo.

En 1988 Michael estuvo a punto de zanjar su colaboración con Nike para crear su propia empresa de calzado deportivo. Nike acudió al rescate de la mano de Tinker Hatfield y convenció a Jordan diseñando las Air Jordan III, las primeras en la que el logo de Nike desaparecería para dar paso al jumpmen, la archiconocida imagen de Jordan volando hacia un aro imaginario. Tras las primeras Air Jordan se sucederían muchas generaciones de zapatillas con la imagen del astro. Las últimas, las Air Jordan XXI salieron al mercado en febrero de 2006.


Continuará...

sábado, agosto 26, 2006

¡VUELVE JULIUS!

Hace unas semanas tuve el atrevimiento de publicar un post en el que reclamaba la vuelta del gran Andrés Montes a NBA+. Hoy reincido en mi osadía para pedir con menos ironía y mayor dolor de corazón al no menos grande Julius Bird que no se vaya. Es muy duro encontarme a mi regreso de vacaciones con la noticia del cierre de tu blog amigo. Ahora sí que no voy a poder superar el síndrome postvacacional. Me cuesta aceptar que vayas a echar el cerrojo. Precisamente tú. Nuestro gurú. Nuestro maestro zen. Nuestro guía espiritual en esa particular religión que profesamos: el baloncesto de ayer, el de hoy, el de siempre. No puedo creer que de ese craneo privilegiado no vayan a surgir nuevas historias, nuevas anécdotas, nuevos pretextos para conectar el ordenador, olvidar los problemas de la vida diaria y compartir opiniones y comentarios con amigos a los que no hemos visto jamas y que sin embargo son tan importantes en nuestra vida porque estamos vinculados por un lazo especial, por un código secreto que sólo nosotros sabemos descifrar: nuestro amor por el basket.

Respeto profundamente tu decisión pero comprende que estoy obligado a pedirtelo amigo:
¡Vuelve Julius, vuelve!

viernes, agosto 04, 2006

MIRZA DELIBASIC: UN EJEMPLO DE GENEROSIDAD

Le apodaban “Kindje”. Al parecer es un término intraducible en su idioma original pero atendiendo a la etimología de la palabra estoy convencido de que tiene algo que ver con amabilidad, generosidad o simplemente bondad. Y así era Mirza Delibasic. Su carrera deportiva y su vida personal están plagadas de detalles y anécdotas en los que hizo gala de esas cualidades. Un cáncer linfático acabó con su existencia el 8 de diciembre de 2001, cuando contaba tan solo 47 años. Las ganas de vivir las había perdido antes, cuando tomo la generosa decisión, una más, de permanecer en su casa, con su gente, en un tiempo en el que su país se deshacía en pedazos en medio de una guerra incomprensible mientras él veía morir a su familia y amigos e incluso se veía obligado a empuñar las armas. Su vida deportiva se había extinguido mucho antes, a finales del verano de 1983 cuando le sobrevino un derrame cerebral que dejo su cuerpo medio paralizado y del que nunca llegó a recuperase totalmente.
Como deportista ganó todo lo imaginable. Fué campeón olímpico, de Europa y del Mundo con la selección yugoslava, de la que formó parte junto a una generación de jugadores geniales cuyo legado se ha perpetuado en el tiempo. Asombró al mundo del baloncesto con su juego alegre y vistoso y siempre pensó que era posible ganar y al mismo tiempo dar espectáculo. Con 1,97 de estatura jugaba de escolta o alero pero su manejo de balón y su visión de juego superaba con creces a la de cualquier base de la época. Era un tirador magnífico, con una efectividad desquiciante, aunque se le recuerda sobre todo por sus asistencias. Las daba de todos los colores: por la espalda, por debajo de sus piernas, de las del contrario, mirando a la grada, de lejos a una mano estilo cuchara, incluso desde su campo, tipo lanzamiento de beisbol o con bote previo en el parquet. En definitiva, hacía cosas que nunca nadie hizo antes en Europa y que nadie ha hecho después. Fue un jugador adelantado a su tiempo.
En otros aspectos no parecía yugoslavo. No se alteraba, ni intentaba sacar de sus casillas al rival. Ya tenía otros compañeros que se encargaban de eso. Él al rival lo descentraba con su juego y lo maravillaba, igual que a los espectadores, tanto propios como rivales.

En el Real Madrid jugó y asombró dos temporadas, la 81-82 y la 82-83. Su salida del equipo fue un gesto más de generosidad. Con contrato en vigor, antepuso el bien del club al suyo propio y dejó voluntariamente el equipo, que necesitaba su plaza de extranjero para reforzar el juego interior. Curiosamente esa plaza la ocuparía Wayne Robinson. En ese momento podría haber fichado por cualquier equipo. Toda Europa le quería, pero eligió el Indesit Caserta. Precisamente haciendo la pretemporada con este equipo le sobrevino el terrible accidente vascular y con sólo 29 años tuvimos que aceptar que jamás iba a volver a pisar una cancha.

Pocas veces la vida se ha portado tan mal con alguien tan bueno. Pocas veces en la historia del deporte alguien que ha entregado tanto ha recibido tan poco. Por eso si hay un Dios que proteje a los deportistas yo reniego de él y lo maldigo. Lo maldigo por olvidarse de Mirza. Lo maldigo por asistir impasible a su sufrimiento. Lo maldigo por privarnos de su magia. Lo maldigo por no permitirnos devolverle ni una pequeña parte de lo que él nos dio.

Mirza Delibasic. El mejor jugador europeo de todos los tiempos. Y tambien la mejor persona.

miércoles, agosto 02, 2006

PARECIDOS ©

" PARECIDOS © 2006" es una marca registrada por Wilt Chamberlain Enterprises. Se reproduce con permiso del propietario del copyrigth (o eso espero...)

SECTOR COMISIONADOS
El todopoderoso David Stern y Josep Borrell, que ahora pinta más bien poco
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SECTOR GENERAL MANAGERS
Jeff Bower, el que más manda en los Hornets y Jóse María Iñigo ¡Qué comunicador!
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SECTOR JUGADORES
Bo Outlow, del club "cómo es posible que yo juegue en la NBA" y Louis Gosset Jr, el duro instructor de Oficial y Caballero
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SECTOR ENTRENADORES


Vincent Schiavelli, el siniestro fantasma del metro de Ghost y Jeff Van Gundy, el no menos siniestro entrenador de Houston

Este concretamente no sé cual de los dos es

s-

Y AHORA, AUNQUE NO VIENE A CUENTO.......

Reto a mis amigos blogeros a que me nombren una sola película del gran Joe Viterelli en la que no hiciera de mafioso. (Esa que hace de padre de Güine Patrol que está gorda y un tío la ve delgada no cuenta. Eso ni es pelicula ni nada)

martes, agosto 01, 2006

LOS PIONEROS

Como aquellos peregrinos ingleses que arribaron a las costas de Plymouth en 1620 a bordo del Mayflower, tambien los europeos fueron pioneros en la colonización extranjera de la NBA. Hoy en día la presencia e importancia de los jugadores extranjeros y europeos en particular en el baloncesto americano es un hecho aceptado con naturalidad. Pero hubo unos comienzos difíciles y un pequeño grupo de jugadores que sufrieron en sus carnes la dura experiencia de abrir ese camino. La primera elección de un jugador extranjero en el draft no deja de ser una anécdota. No era europeo sino japonés. Se llamaba Yasutaka Okayama y fue elegido con el número 10 de la octava ronda del draft de 1981 por Golden State Warriors. Era un tallo de 2,38 que ni siquiera sabía jugar al baloncesto. Para encontarnos el primer europeo drafteado por un equipo de la NBA hemos de ir a 1982, año en el que Boston Celtics seleccionó a Panayoti Giannakis, un base griego con cara de estibador portuario, con el número 21 de la novena ronda.

Este señor tan feo es Yasutaka Okayama
Pero el draft clave para el baloncesto europeo en esta particular historia de la conquista americana es el de 1985. Nada menos que 5 europeos fueron incluidos en el draft. Los elegidos fueron:

Detlef Schrempf (Alemania). Número 8 de la primera ronda, por Dallas Mavericks.
Fernando Martín (España). Número 10 de la segunda ronda, por New Jersey Nets.
Arvydas Sabonis (U.R.S.S). Número 7 de la cuarta ronda, por Atlanta Haws.
Gunther Behnke (Alemania). Número 8 de la quinta ronda, por Cleveland Cavaliers.
Georgi Glouchkov (Bulgaria). Número 9 de la séptima ronda, por Phoenix Suns.

De todos ellos el jugador de más calidad y con más posibilidades de triunfar en la NBA era Arvydas Sabonis. No obstante su elección fue invalidada al no cumplir los requisitos para ser incluido en el draft. Sería de nuevo elegido al año siguiente con el número 24 de la primera ronda por Portland, equipo en el que acabaría jugando bastantes años después. Las trabas impuestas por la administración deportiva de la Unión Soviética primero y una grave lesión de rodilla después nos privaron de disfrutar de un jugador que sin ningun género de dudas hubiera dominado la NBA en la década de los noventa.

Así las cosas y puesto que Detlef Schrempf, a pesar de ser alemán, estaba formado en universidades americanas los españoles albergamos la esperanza de que nuestro Fernando Martín hiciera historia al ser el primer jugador europeo no formado en Estados Unidos que diera el salto a la NBA. Pero no fue así. Una oferta no garantizada y la amenaza de no poder volver a jugar con la selección española toda vez que la FIBA aún no permitía la participación de jugadores profesionales en las competiciones internacionales terminaron de convencer a Fernando de que el momento de iniciar la aventura americana aún no había llegado. El sueño se haría realidad la temporada siguiente, la 86-87 en la que Fernando Martín jugaría con Portland Trail Blazers sin demasiado éxito.

Su decisión convirtió a Georgi Glouchov en el primer europeo de la historia en ser incorporado, en la temporada 1985-86, a un equipo NBA sin el paso previo por una universidad americana. Aquella situación sin precedentes se vivió como un hito en la historia del baloncesto europeo y todos deseamos que el éxito acompañara la aventura de este rocoso búlgaro que en su última campaña había promediado 23 puntos y 19 rebotes. Pero la liga búlgara no es la NBA. Su aventura duraría solo un año y estuvo plagada de situaciones extrañas, algunas incluso estrambóticas. Sin saber una sola palabra de inglés, necesitó un intérprete desde el primer momento. Los Suns despidieron a su primer traductor por que pensaban que era medio sordo. Y es que cuando el entrenador intentaba dar alguna instrucción a Glouchov aquel pobre hombre solo acertaba a decir What?, mientras el coach ya iba dos o tres jugadas por delante. No se adaptó nunca a la forma de pitar de los arbitros americanos, no comprendía los sistemas y el entrenador termino desistiendo de explicarle las jugadas. Pero no fue el idioma su único problema. Se aficionó al fast food rápidamente y además de ganar peso empezó a perder misteriosamente tono muscular. Eso hizo sospechar a los Suns que usaba anabolizantes, algo muy común en aquella época en la Europa del Este, y evidenció que quizá en los States estaba teniendo problemas de suministro. Al finalizar aquella temporada el bulgaro regresó a Europa, donde tuvo una carrera exitosa. Su fracaso hizo replantearse a muchos equipos durante un tiempo la idoneidad de enrolar jugadores sin experiencia en el baloncesto USA. Hoy en día, como sabemos, ese pensamiento ha cambiado. Curiosamente, el hijo del hombre que llevó a Glouchov a la NBA, Jerry Colangelo, sigue siendo, ahora en Toronto, el adalid del desembarco baloncestístico europeo en América.

¿Pero qué coño pone aquí?