DE LOS DUROS INICIOS AL PEOR PROPIETARIO DE LA HISTORIA DE LA NBA

En 1970 los Cleveland Cavaliers disputaron su primera temporada en la NBA. Entrenados por Bill Fitch y con un equipo de desechos de tienta procedentes del draft de expansión, tardarían dieciseis partidos en lograr su primera victoria. La temporada finalizaría con un lamentable record de 15 victorias y 67 derrotas. En la temporada siguiente se incorporaría al equipo uno de los mejores jugadores de la historia de la franquicia: el gran Austin Carr en una bien aprovechada primera elección del draft. A pesar de su talento Carr no iba a poder, por sí solo, cambiar la dinámica perdedora del equipo. En la temporada 1973 se hicieron con los servicios de uno de los mejores bases de la historia: Lenny Wilkens quien unos años después sería entrenador del equipo. A sus 35 años no estaba ya para aportar grandes cosas si bien contribuyó notablemente a mejorar el carácter competitivo de la franquicia.

En la temporada 1974-1975, la primera en el nuevo Richfield Coliseum, sólo las lesiones de jugadores clave como Austin Carr, Jim Clemons y Jim Chones impedirían que el equipo, con un balance final cercano al 50% de victorias, entrase en playoffs.

La temporada 1975-1976 fue una de las más gloriosas de la historia de los Cleveland Cavaliers. Ya comenzada la temporada tendría lugar la incorporación de un crepuscular Nate Thurmond. El equipo se proclamaría campeón de la Central Division y disputaría por primera vez en su historia los playoffs, eliminando en semifinales de conferencia a Whasington Bullets en siete partidos. Esta eliminatoria se conoce como “el milagro de Richfield” pues hasta tres de los partidos disputados se decidieron a favor de los Cavs por un punto y con tiros anotados rozando el sonido de la bocina. En finales de conferencia caerían ante Boston Celtics por 4-2. Bill Fitch sería nombrado entrenador del año.


La temporada siguiente estaría marcada por las lesiones de hombres importantes que lastrarían el devenir del equipo. A pesar de ello y con la inercia de la fantástica temporada anterior el equipo volvería a alcanzar los playoffs e incluso llegó a ganar uno de los partidos frente a los Bullets. En ese encuentro se vivió uno de los momentos más emotivos de la historia de la franquicia cuando Nate Thurmond, que llevaba varios meses fuera del equipo debido a una lesión que finalmente le obligaría a retirarse, entró en la cancha para disputar un único minuto, suficiente para motivar a la afición y al equipo y contribuir a la victoria.
En la temporada 1977-1978 gracias a la incorporación de Walt Frazier, el equipo volvería a disputar la postemporada pero sería eliminado en primera ronda por los Knicks.


Los Cavs iban a tocar fondo a principios de los ochenta, tras ser adquiridos por Ted Stepien, sin ningun género de dudas el peor gestor de la historia de la NBA, un auténtico lunático que dilapidó el escaso patrimonio humano y financiero del equipo.
Daré algunos datos para hacernos una idea de la catadura de este payaso: En la temporada 1981-1982 desfilaron por el equipo 4 entrenadores y 23 jugadores. Empeñado en construir un equipo de play-off malgastó un sinnúmero de elecciones de primera ronda a cambio de segundones con contratos multimillonarios que no aportaron nada al equipo. Por citar algunos y sin que nadie se ofenda mencionaré a Scott Wedman o James Edwards. El sumun de este despropósito tuvo lugar cuando en 1980 cedió a Los Ángeles Lakers la primera elección del draft de 1982 a cambio de ¡¡¡Don Ford!!!. Los Lakers, que de tontos tienen lo justo eligieron a un tal James Whorty.
La sinrazón de este estúpido provocó que la NBA instaurará una nueva regla, que se dio en llamar “Ted Stepien rule” según la cual ningun equipo podría, en lo sucesivo, vender su primera elección en el draft durante dos años consecutivos.
Finalmente la NBA forzaría en 1983 a Stepien a vender el equipo a los hermanos Gund, a quienes la liga tuvo que compensar con la posibilidad de elegir un jugador adicional de primera ronda las tres temporadas siguientes. Por aquel entonces el mameluco se estaba planteando mudar el equipo a Toronto. Su balance en tres temporadas como propietario es de es de 66 victorias por 180 derrotas. La asistencia al Richfield Coliseum pasó de 21.000 a 3.000 espectadores por partido.
Este subnormal hizo retroceder varios años la progresión de un equipo que no se recuperaría hasta la temporada 1985. Debía faltarle un tornillo o algo así. Cuentan que una vez presentó a su hija a unos amigos con la siguiente frase: “¿verdad que tiene unas preciosas tetas?. No digo más…

¡Subnormal! ¡Gilipollas! ¡Pirao! ¡Tontolaba! ¡Inútil! ¡Tarado!
CONTINUARÁ...